IGOR DOMSAC | 5 diciembre 2025
La integración representa uno de los momentos más delicados del proceso con ayahuasca. Una vez que la intensidad de la experiencia se atenúa, la persona se encuentra ante la necesidad de dar forma a lo vivido: ordenar emociones, interpretar símbolos, reorganizar vínculos y transformar intuiciones en pasos concretos. En contextos amazónicos, esta tarea encuentra un sostén natural en la comunidad, las dietas y el rol del curandero. Pero en los entornos urbanos y contemporáneos, donde esos marcos culturales no operan del mismo modo, la integración requiere nuevos modelos de acompañamiento, tanto psicológicos como colectivos.
Acompañar sin interpretar
Profesionales como Marc Aixalà, responsable del Centro de Apoyo El Faro de ICEERS y docente de la formación en integración de ICEERS Academy, coinciden en que el acompañamiento eficaz no depende de descifrar la experiencia ajena, sino de ofrecer un espacio donde la persona disponga de suficiente sostén interno y externo para elaborar su propio proceso. Su práctica clínica —construida a través de más de una década de trabajo con individuos que atraviesan estados ampliados de la consciencia— subraya que la integración requiere presencia constante, escucha genuina y una contención respetuosa, especialmente en los días y semanas posteriores a la experiencia.
Aixalà señala que muchas dificultades no proceden del contenido visionario en sí, sino de las interpretaciones rígidas, las proyecciones y las lecturas simbólicas que otros imponen sobre él. Por ello, su enfoque prioriza la autonomía psicológica, animando a cada persona a encontrar sus propias metáforas, ritmos y cauces de significado. Esta posición evita la dependencia del facilitador y reduce la posibilidad de que surjan dinámicas de poder, interpretaciones erróneas o presiones sutiles que condicionen la integración.
En lugar de cristalizar la experiencia con explicaciones prefabricadas, el acompañamiento —tal como lo describe Aixalà en su obra— fomenta que la persona explore sus preguntas, confronte sus emociones, contraste sus intuiciones con la realidad cotidiana y descubra qué elementos de la vivencia merecen atención o acción concreta. De este modo, la integración deja de funcionar como una reconstrucción narrativa dictada desde fuera y se convierte en un proceso personal orientado hacia la claridad, la responsabilidad y el crecimiento sostenido.
Dimensión comunitaria de la integración con ayahuasca
Investigadores y activistas como David Nickles, conocido por su análisis crítico de la medicalización del ámbito psicodélico, han subrayado la importancia de considerar la integración no sólo como una tarea individual, sino como un proceso social. Desde esta perspectiva, integrar implica reconstruir la relación con el entorno, con la comunidad y con las prácticas culturales que dieron origen a nuestra relación con la ayahuasca, evitando que la experiencia se aísle o se instrumentalice.
Este enfoque resuena con lo que muchas investigaciones etnográficas han mostrado durante décadas: en la Amazonía, la experiencia no concluye cuando termina la ceremonia, sino cuando la comunidad vuelve a acoger al participante, lo escucha y lo reintegra a su vida cotidiana.
Seguridad, ética y acompañamiento
En los entornos urbanos contemporáneos, donde los rituales tradicionales dejan un vacío simbólico y relacional, la integración adquiere una dimensión de seguridad y de ética del cuidado. Al no existir una comunidad que sostenga la experiencia ni especialistas que acompañen la fase posterior, muchas personas enfrentan solas emociones intensas, confusión, miedo o expectativas infladas. Por ello, el acompañamiento después de la ceremonia no sólo cumple una función psicológica, sino que también reduce riesgos y previene que la experiencia derive en malestar prolongado, aislamiento o decisiones precipitadas.
El trabajo de ICEERS ilustra de forma práctica cómo suplir esa necesidad. A través del Centro de Apoyo El Faro, un recurso pionero de alcance internacional, la organización ofrece hasta cinco sesiones gratuitas de integración psicológica, dirigidas a personas que atraviesan dificultades después de procesos con ayahuasca, iboga, psilocibina u otras especies y sustancias con propiedades psicoactivas. Estas sesiones son impartidas por psicólogos y terapeutas formados en reducción de riesgos y en acompañamiento intercultural, lo que permite abordar las experiencias no sólo desde la psicología, sino también desde los marcos cosmológicos y culturales que influyen en su vivencia.
El objetivo del programa no consiste en dirigir la interpretación de lo ocurrido ni en imponer un marco simbólico concreto. Más bien se orienta a crear un espacio seguro y confidencial donde la persona pueda organizar su relato, explorar sus emociones, distinguir intuiciones útiles de contenidos más confusos y recuperar la estabilidad. Al ofrecer este sostén temporal, El Faro contribuye a que lo vivido pueda metabolizarse de manera saludable, favoreciendo que el proceso continúe con claridad, en lugar de quedar atrapado en el desconcierto o en interpretaciones destructivas.
Este enfoque subraya una idea fundamental: en la integración, la ética y la seguridad no dependen sólo del momento de la ceremonia, sino también —y a menudo sobre todo— de lo que ocurre después. Allí donde los marcos tradicionales no acompañan, el cuidado posterior se convierte en un acto de responsabilidad hacia quienes transitan estados de vulnerabilidad emocional. En esta línea, el curso de integración de ICEERS Academy aporta un marco formativo imprescindible, ofreciendo herramientas teóricas y prácticas para acompañar procesos de manera informada, segura y culturalmente sensible. Esta propuesta ayuda a que quienes facilitan o sostienen estas experiencias puedan comprender mejor las dinámicas psicológicas que emergen tras la toma y fortalecer la calidad del acompañamiento en contextos contemporáneos.
Un arte que une mundos
La integración podría entenderse como un arte: una práctica donde convergen la psicología, la ética del cuidado, el respeto hacia las tradiciones y la responsabilidad colectiva. Este arte no pretende descifrar lo sagrado ni encerrar la experiencia en un marco interpretativo único; más bien busca abrir caminos, vincular lo interior con lo relacional, y permitir que aquello que surgió bajo los efectos de la ayahuasca encuentre un lugar en la vida cotidiana.
Al final, integrar significa tejer puentes: entre la visión y la memoria, entre el individuo y la comunidad, entre los modos indígenas de comprender la experiencia y las herramientas contemporáneas para acompañarla. En un mundo donde las prácticas con ayahuasca se desplazan, se adaptan y se multiplican, una cultura de integración ética, informada y comunitaria constituye un elemento indispensable para que la transformación no se disperse, sino que madure con profundidad.
En este camino colectivo hacia prácticas más seguras, conscientes y culturalmente respetuosas, el Foro Mundial de la Ayahuasca se convierte en un espacio privilegiado para seguir profundizando en la integración. Allí convergen investigadores, terapeutas, líderes indígenas y facilitadores para compartir perspectivas, métodos y aprendizajes que ayudan a comprender mejor cómo acompañar los procesos posteriores a la experiencia. El Foro no sólo reúne voces diversas: ofrece un lugar donde la reflexión ética, la escucha intercultural y la experiencia vivida dialogan, ampliando la mirada sobre lo que significa integrar en un mundo donde las prácticas se transforman y recombinan.
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