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    Calidad de vida y estado de salud en pacientes con enfermedades crónicas que utilizan cannabis

    28.02.2020

    El número de pacientes que utilizan cannabis con fines terapéuticos está aumentando en todo el mundo. Sus numerosas propiedades hacen que muchos pacientes encuentren un alivio en sus efectos, especialmente aquellos pacientes que sufren enfermedades crónicas para las cuales no existe un tratamiento efectivo. Esto implica convivir con una sintomatología incapacitante y persistente relacionada con procesos inflamatorios, dolor u otras condiciones que terminan por dificultar las actividades cotidianas de la persona y repercuten directamente en un deterioro de la calidad de vida.

    Si bien cada vez son más los estudios relativos al tratamiento de ciertas enfermedades/trastornos tanto con cannabis como con algunos cannabinoides aislados, son pocos los estudios longitudinales que han evaluado los efectos a medio-largo plazo del uso de cannabis medicinal en variables psicológicas y de calidad de vida. Con la intención de cubrir este vacío, desde el área de Science & Innovation de ICEERS se realizó un estudio longitudinal, patrocinado por Fundación CANNA y Fundació Alchimia, en el que se siguió durante doce meses a una muestra de cerca de 70 pacientes con enfermedades crónicas que utilizaban cannabis como tratamiento de sus síntomas. Los resultados de dicho estudio se han publicado recientemente en la revista Phytotherapy Research. 

    Enfermedades crónicas y cannabis: una realidad en auge

    Más de treinta Estados de Estados Unidos y decenas de países del entorno europeo y asiático han implantado en los últimos años programas de cannabis medicinal (ver el mapa del sitio web de Cannabmed para consultar el status legal actual en todo el mundo). Estos programas permiten un acceso legal y seguro a distintos productos de cannabis, con los cuales las personas con patologías susceptibles de obtener alguna mejora (glaucoma, algunos tipos de epilepsia, dolor crónico, etc.) pueden hacer uso de este recurso terapéutico. No obstante, en aquellos países donde todavía no existe ningún programa de cannabis medicinal, los pacientes siguen haciendo uso de esta planta para el tratamiento de diferentes síntomas. Éste es el caso de España, por ejemplo, donde tan sólo pacientes con esclerosis múltiple pueden acceder a Sativex (fármaco con proporción 1:1 de THC y CBD, y con algunos terpenos y flavonoides de la planta añadidos) como tratamiento de segunda línea para la espasticidad. En este contexto, pacientes con otras enfermedades utilizan cannabis dentro de un marco regulatorio peligroso, exponiéndose a distintos riesgos: aquellos asociados a un producto elaborado y distribuido dentro de un mercado informal; una falta de asesoramiento médico experto; estigma social por hacer uso de una planta considerada «droga ilegal»; ausencia de marco legal, lo que supone posibles repercusiones como, por ejemplo, sanciones administrativas, etc.

    Un recurso que algunos pacientes han estado utilizando para adquirir la flor de cannabis o productos similares son los clubes sociales de cannabis. Estos espacios, nacidos en una zona gris de la legislación española, han permitido durante años que los usuarios de cannabis pudieran dirigirse de manera segura a un sitio concreto para comprar y consumir esta planta. En un principio ideados por activistas con ideología anti-prohibicionista y destinados básicamente a los usuarios en general como respuesta a la situación legal del cannabis en España, progresivamente un subgrupo de «usuarios terapéuticos» también hicieron uso de dichos clubes para obtener su «medicación».

    Para la realización de este estudio, se contactó con diferentes clubes y se invitó a participar a aquellos miembros que hicieran un uso terapéutico del cannabis para enfermedades crónicas. Los participantes completaron cuestionarios sobre calidad de vida, personalidad, salud mental y rendimiento neuropsicológico. También se les preguntó sobre sus patrones de uso de cannabis (cantidades utilizadas, vías de administración, etc.). Estos cuestionarios se aplicaron cada cuatro meses a lo largo de un año.

    Cannabis y enfermedades crónicas: resultados encontrados

    En primer lugar, las principales enfermedades por las cuales los usuarios estaban haciendo un uso terapéutico de cannabis fueron el virus de inmunodeficiencia humana o VIH, fibromialgia, dolor crónico y epilepsia. Un tercio de los participantes en la encuesta empezó a utilizar cannabis a partir de recibir el diagnóstico de la enfermedad y no antes, lo que indica que una parte importante de los usuarios terapéuticos de cannabis debutan en este consumo sólo a partir de recibir el diagnóstico.

    En cuanto a variables relativas al estado de salud, cabe remarcar en primer lugar que el objetivo principal de este estudio no era describir potenciales beneficios asociados al uso de cannabis. Esto es debido a que los participantes incluidos en nuestra muestra ya llevaban mucho tiempo (una media de seis años) utilizando cannabis con finalidades terapéuticas, y en tal situación es difícil observar cambios y atribuirlos al uso de cannabis. No obstante, siguiendo a esta muestra durante un período de doce meses sí pueden analizarse algunas variables relativas a la calidad de vida o el estatus neuropsiquiátrico y poder evaluar si el uso de cannabis está teniendo algún perjuicio relevante.

    Sobre la calidad de vida, en el inicio del estudio se obtuvieron puntuaciones muy por debajo de la media poblacional. Sin embargo, ésta es una situación generalizada entre los pacientes que sufren de enfermedades crónicas. Es más, generalmente la calidad de vida de pacientes con enfermedades crónicas tiende a empeorar a lo largo del tiempo. No obstante, en este caso, pese a no reportar mejoras en ninguna de las evaluaciones, tampoco se registró un empeoramiento progresivo, lo que sugiere que el cannabis podría en parte colaborar a mantener un nivel de calidad de vida relativamente estable.

    Tampoco se registraron deterioros en el rendimiento cognitivo, estado psiquiátrico, ni en el estado de sueño a lo largo de los doce meses de estudio. Esto resulta especialmente relevante considerando las principales consecuencias que se han observado en el consumo recreativo de cannabis, siendo básicamente pérdidas de memoria. Este estudio, junto con otros realizados con anterioridad, muestra cómo los usuarios terapéuticos no están expuestos a estos riesgos y que el uso de cannabis medicinal es seguro desde un punto de vista neuropsiquiátrico. Además, en muchos estudios se informa de una reducción en el uso de medicamentos de prescripción a partir del uso de cannabis. Esta reducción estaría relacionada con una mayor calidad de vida, dados los profusos efectos secundarios de la mayoría de fármacos prescritos para el tratamiento del dolor o la ansiedad.

    [Los pacientes] se enfrentan de manera sistemática a un sistema muy ineficiente y extremadamente lento a la hora de propiciar el acceso a cannabis medicinal, cuando ellos necesitan algún remedio de manera urgente.

    Conclusiones y retos futuros

    Con este estudio obtuvimos más información sobre el perfil y la situación de aquellos pacientes con enfermedades crónicas que utilizan cannabis con finalidades terapéuticas en un contexto en el que esta práctica no está regulada. Este escenario plantea varios retos a corto y largo plazo con los que los usuarios, pero también los profesionales de la salud, investigadores, activistas y agentes políticos tienen que lidiar con el objetivo de garantizar una vida digna y un acceso a todas las opciones de tratamiento posibles. Esta complicada situación se materializó en el Ágora de Derechos Humanos que organizamos desde ICEERS, donde también observamos algunas de las dificultades con las que se encuentran continuamente los pacientes, y es que se enfrentan de manera sistemática a un sistema muy ineficiente y extremadamente lento a la hora de propiciar el acceso a cannabis medicinal, cuando ellos necesitan algún remedio de manera urgente.

    Otros estudios tendrán que, idealmente, empezar a realizar evaluaciones justo antes de que los pacientes inicien el tratamiento con cannabis, con el objetivo de poder establecer alguna asociación entre mejoras terapéuticas y el uso de la planta. Sin embargo, de manera paralela al diseño y ejecución de estos estudios, también es necesario mucho trabajo para poder mejorar la situación de las y los pacientes que han decidido legítimamente dejar de esperar los avances científicos y políticos y hacer uso de cannabis por su cuenta. Por ejemplo, parece que es necesaria la provisión de asesoramiento médico experto para acompañar este autoconsumo, ya que la mayoría de nuestra muestra (84%) utilizaba la vía fumada para consumir cannabis. Sin embargo, otras vías como la vaporizada pueden resultar más indicadas en el caso de usuarios terapéuticos, pues se limitan las posibles consecuencias físicas que este consumo pueda acarrear, sumando así otra sintomatología a la complicada situación de una enfermedad crónica establecida.

     

    Autores: Genís Oña, MSc, José Carlos Bouso, PhD

    Categories: Noticias , Cannabis , Otros , Investigación e innovación
    Tags: cannabis , plantas psicoactivas , salud , calidad de vida , enfermedades crónicas