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    Perspectivas – Navegando por la complejidad del mundo etnobotánico a través de puntos de vista personales.

    Conocida como ruda siria o ruda salvaje en inglés, la Peganum harmala es una poderosa planta medicinal que tiene mucho en común con la liana chamánica amazónica ayahuasca.

    Altamente popular en toda Europa, Asia y el norte de África durante miles de años, la Peganum harmala es una planta perenne que tiene mucho en común con la liana psicoactiva de la Amazonia, la ayahuasca. Los dos enteógenos comparten un perfil molecular similar, y ambos han sido asociados con muchos tipos de curación y espiritualidad en diferentes culturas. Aunque la ayahuasca es más conocida hoy en día en Internet, su «hermana», la Peganum harmala, merece más atención de la que recibe. Este artículo explora la fascinante historia de la planta, su variedad de usos y su potencial medicinal.

    La Peganum harmala se conoce como ruda siria o ruda salvaje en inglés, harmel o harmal en árabe, besasa («planta de Bes») en Egipto, y en Marruecos se llama mejnenna, que significa «lo que te vuelve loco, poseído», en referencia a sus propiedades embriagadoras. Pertenece a la familia botánica de las zigofiláceas (Zygophyllaceae).

    La arqueología ha demostrado una relación humana con esta planta desde hace al menos 7.000 años. Los documentos más antiguos proceden del Cáucaso, Oriente Próximo y Egipto. Desde el punto de vista iconográfico, con un valor simbólico de «árbol de la vida», el harmel parece estar dibujado en su forma vegetal en unos vasos de clorita de la cultura mesopotámica de Jiroft, fechados en el tercer milenio antes de Cristo. En cuanto a los documentos escritos, el harmel ha sido identificado en los antiguos textos cuneiformes mesopotámicos, donde corresponde al término asirio šibburatu, que dio lugar a la palabra siria moderna šabbârâ. Con el nombre allânum, el harmel ha sido identificado en algunas tablillas capadocias datadas hacia el 2000 a.C.

    El harmel se extendió desde el Mediterráneo oriental hasta el Sahel africano, desde Siria hasta el norte de la India y desde China hasta Mongolia. En el primer milenio de nuestra era, los árabes la difundieron en España y el sur de Italia. En tiempos recientes, esta planta se ha introducido y naturalizado en algunas regiones de Estados Unidos, Canadá, México, Sudáfrica y Australia.

     

    dios Bes harmel Peganum harmala

    Antiguo dios egipcio Bes. Egipto. Foto: Giorgio Samorini.

     

    La planta de Bes

    Varios documentos literarios atestiguan en Oriente Medio un uso religioso del harmel desde tiempos preislámicos. Las semillas y otras partes de la planta se quemaban durante los rituales zoroastrianos para producir un denso humo embriagador, y este uso sobrevive en la actualidad. Las prácticas de defumación con harmel están presentes en las antiguas fuentes iraníes de los Gathas, y sabemos que también se bebía un extracto del vegetal. Se ha propuesto la identificación de esta planta con el haoma (la bebida de la inmortalidad de la mitología iraní) del Avesta. El harmel parece haber sido utilizado en los rituales egipcios coptos. Una invocación iniciática fechada en los siglos II-III d.C. hace referencia a un árbol, noub, identificado con el harmel, que habría desempeñado el papel simbólico de Árbol de la Vida que sostiene el universo y bajo el cual reside Osiris.

    Llamado en Egipto bésa o besasa, este término plantea el harmel en asociación directa con el dios Bes, una deidad del panteón egipcio. Bes era principalmente una deidad de la buena fortuna del entorno doméstico y protector de las mujeres que daban a luz, de los recién nacidos, de los niños y de las personas que dormían. También era la divinidad de la música y la danza y se le asociaba con los placeres sexuales, el amor libertino y, más tarde, con el vino. Como protector de los sueños, desempeñaba importantes funciones oraculares celebradas durante la época romana en Abidos. En época ptolemaica surgieron salas de incubación, llamadas «salas de Bes», utilizadas para rituales de curación a través de los sueños. Su asociación con el vino es tardía, y conocemos una referencia del siglo III a.C. sobre la existencia de vasos de vino llamados besiakon, en los que se representaba a esta deidad. No sabemos qué tipo de bebida se vertía en estas vasijas, pero surge la sospecha de que se trataba de una bebida particular, a la que se añadía algún ingrediente embriagador, quizás la «planta de Bes», harmel. La asociación de Bes con esta planta, con los sueños, con los placeres sexuales y con Hathor, diosa del amor y la embriaguez, justificaría esta suposición.

     

    El uso moderno y tradicional de la Peganum harmala

    En tiempos más modernos, el padre de la botánica, Linneo, informó de que en Turquía se comercializaban las semillas de harmel para conseguir «un estado de euforia estimulante y gran alegría», y hoy en día en Turquía se bebe una decocción de semillas de harmel junto con cannabis, y esto «ciega la vista, aumenta el poder de la imaginación» y se cree que refuerza el efecto de otras fuentes de intoxicación, un hecho confirmado por la farmacología moderna. En Ladak, India, las semillas se tuestan y pulverizan para obtener un polvo fino llamado techepakchìatzen, que se ingiere o se fuma con tabaco para obtener efectos embriagadores. Los chamanes de Hunza, en el norte de Pakistán, inhalan los vapores del harmel, que llaman supándur, para «llamar a los espíritus» durante su trance.

    En los mercados árabes, el aceite extraído de las semillas (zit-el-harmel) se comercializa como afrodisíaco, y en el mercado de hierbas de Túnez he observado personalmente un notorio comercio de estas semillas. Curiosamente, en un documental emitido recientemente por la televisión italiana, se informó de que habían encontrado polen de harmel en la Sábana Santa.

    Como planta medicinal, el harmel se considera una verdadera panacea, utilizada para una miríada de afecciones físicas y mentales. Se utiliza ampliamente como abortivo y, en dosis menores, como oxitócico para facilitar el parto; es esta propiedad la que probablemente la asoció en la antigüedad con la divinidad egipcia protectora del parto, Bes. La ingesta de semillas de harmel también se utiliza para aumentar el flujo menstrual y la lactancia. En muchos países de Eurasia se utiliza como agente anticancerígeno.

    En Casablanca, Marruecos, las semillas se utilizan contra la impotencia masculina de la siguiente manera: se introducen algunas semillas dentro de un limón, que se deja toda la noche sobre las cenizas calientes del hogar; al día siguiente se exprime el limón y se toma el zumo con una cucharilla durante tres días consecutivos.

     

    harmel vaso Bes Peganum harmala

    Vaso de clorita de Jiroft, Irán. 3000 a.C.

     

    La X-huasca y la globalización del harmel

    Paralelamente a la expansión global de la ayahuasca, en los últimos veinte años las semillas de harmel se han extendido por todo el mundo. Sus semillas se consumen en combinación para aumentar la potencia de otros materiales psicoactivos. En particular, la inhibición de la MAO causada por las semillas está siendo utilizada para activar o aumentar la potencia de la triptamina, y otras sustancias visionarias.

    Esta globalización ha sido promovida por la cultura psiconáutica occidental, la cual, desde los años 90, utiliza las semillas de harmel como ingrediente de esas particulares combinaciones visionarias que imitan el efecto de la ayahuasca, conocidas como anahuasca («análogos de la ayahuasca»)*, que se componen de pares de fuentes vegetales, una de las cuales contiene betacarbolinas, la otra DMT.

    El uso del harmel se extendió gradualmente a las combinaciones a las que di el nombre genérico de X-huasca, donde el término huasca indica una fuente inhibidora de la MAO, casi siempre constituida por harmel y a veces de la liana Banisteriopsis caapi. Una de las X-huascas más conocidas en Europa es la psilohuasca (setas de psilocibina + semillas de harmel). En otras palabras, la gente ha estado tomando las semillas con hongos psicodélicos para aumentar los efectos de los hongos. En Brasil y otros países latinoamericanos se ha extendido la juremhuasca (o mimohuasca), que consiste en la combinación de la corteza de Mimosa tenuiflora, conocida como jurema (que incluye la potente molécula psicodélica DMT), y las semillas de harmel o de la liana Banisteriopsis caapi. Otras X-huascas son: lisehuasca (LSD + harmel), argyhuasca (semillas de rosa lisérgica o Argyreia nervosa + semillas de harmel), harmahuasca (semillas de harmel + brebaje de ayahuasca), epenahuasca (corteza de Virola + harmel).

    El efecto del harmel en estas combinaciones no es sólo potenciar la fuente psicoactiva X, ya que en varios casos, como en el acoplamiento con hongos de psilocibina, se observa un cambio cualitativo del efecto de la fuente X. Todavía no se conocen los mecanismos farmacocinéticos y farmacodinámicos de estas combinaciones.

    La planta de Bes (harmel) y la jurema (Mimosa tenuiflora) son las fuentes vegetales más potentes de inhibidores de la MAO y de DMT, respectivamente, del mundo. Una especie crece en el Viejo Mundo, la otra en las Américas, pero la globalización no está limitada por estas nimiedades geográficas, y como es obvio, tiene todo el sentido pensar en una combinación de ambas. Desde hace unos veinte años, el harmel aterriza de hecho en Brasil, entrando sinérgicamente en ese magma vivencial que son hoy Brasil y América Latina, que unen, amalgaman, hibridan todo lo que el mundo global y el tradicional están poniendo a disposición. Hay quienes hablan de «psiconautismo religioso» (Grünewald), otros de «enteogenismo carioca» (Albuquerque), y una consigna común en la nueva búsqueda brasileña de conocimiento es la de «experimentalismo».

    Actualmente en Brasil, pero también en México, Europa y Australia, hay grupos que utilizan la jurema sola para sus trabajos religiosos y terapéuticos, o la JuDaime (jurema + daime, es decir, Mimosa tenuiflora + daime/ayahuasca), o la juremhuasca (jurema + harmel).

     

    Entre la bioquímica y la toxicología

    El harmel es un verdadero crisol de principios activos, en particular de los alcaloides betacarbolina y quinazolina. Presente en grandes cantidades en la raíz (1-3,7%), y en concentraciones aún mayores en las semillas (1,2-10%), los principales alcaloides betacarbolínicos, denominados acumulativamente alcaloides de la harmala, son la harmina y la harmalina. Es bien sabido que estos mismos compuestos se encuentran entre los ingredientes de la ayahuasca, donde desempeñan el papel de inhibidores de la MAO, permitiendo la absorción del segundo grupo de alcaloides presentes en la bebida, concretamente la dimetiltriptamina (DMT).

    La concentración del 10% de alcaloides betacarbolínicos en las semillas de harmel recientemente encontrada en plantas silvestres en la zona de Toledo, en España, es una cantidad enorme y hace de esta planta el más potente inhibidor reversible de la MAO. Según estimaciones medias, las semillas de harmel son diez veces más potentes que la liana de ayahuasca.

    Un segundo grupo importante de compuestos son los alcaloides de quinazolina, el más abundante de los cuales es la vasicina y que son responsables del efecto uterotónico que justifica el uso tradicional como facilitador del parto y como abortivo.

    A veces se producen casos de intoxicación con harmel en el contexto tradicional, debido a una sobredosificación o a usos inapropiados. Los casos mortales son raros y ocurren sobre todo entre los niños, debido a la costumbre de fumigar intensamente el aire de la habitación donde habitan los recién nacidos, para protegerlos de los malos espíritus. Otros envenenamientos frecuentes se deben a intentos de aborto. Un hecho curioso se refiere al principal tipo de alucinación visual que acompaña a las intoxicaciones inducidas por sobredosis, que consiste en ver llamas en el campo visual. Esto ha sido reportado muchas veces por los intoxicados, que veían a los médicos y las paredes de los centros de primeros auxilios envueltos en llamas.

     

    Peganum harmala harmel

    Semillas de ruda siria (Peganum harmala). Foto: Giorgio Samorini.

     

    Propiedades anticancerígenas de la Peganum harmala

    Desde hace varias décadas, los alcaloides betacarbolínicos, especialmente los alcaloides de la harmala, se han estudiado como prometedores agentes anticancerígenos. La harmina parece ser una de las moléculas más interesantes en este sentido. Sus propiedades para inducir la apoptosis («suicidio») en las células malignas se han comprobado en estudios de laboratorio y, por tanto, dan credibilidad a las aclamadas propiedades anticancerígenas tanto de la ayahuasca como del harmel.

    Un equipo de investigación israelí dirigido por Ephraim Lansky ha descrito recientemente dos interesantes informes de casos sobre el tratamiento del cáncer con extractos de semillas de Peganum harmala. El primer caso se refería a un joven de 29 años que padecía un tumor cerebral muy maligno (oligoastrocitoma). Tras numerosas extirpaciones quirúrgicas sin éxito, el joven decidió cambiar a terapias alternativas con hierbas medicinales (incluido el aceite de cannabis), una dieta cetogénica y semillas de harmel. Tras cuatro años de estas terapias y dos años de administración continua de semillas de harmel, el paciente logró la remisión completa del tumor.

    En el segundo caso, se trató un carcinoma de ovario en una mujer de 53 años de una forma muy original, es decir, untando el aceite de semillas de harmel sobre la piel a la altura del tumor y donde se había facilitado la migración transdérmica del principio activo harmina hacia el cáncer mediante luz infrarroja. Una vez alcanzado el cáncer, la harmina indujo la apoptosis de las células malignas.

    No hay una cura fácil para el cáncer, y no debemos esperar que la Peganum harmala sea necesariamente una. Pero dada su amplia historia de uso y su fascinante asociación con la curación y la vida espiritual, sin duda tenemos más que aprender de la planta de la «buena fortuna» de Bes.

    Artículo original de Giorgio Samorini en Khapi.

     

    Leer el artículo original

    Giorgio Samorini

    Giorgio Samorini

    Giorgio Samorini (born 1957 in Bologna, Italy) is a psychedelics researcher. He has published many essays and monographs regarding the use of psychoactive compounds and sacred plants. He was a frequent contributor to, and sometime editor of Eleusis the Journal of Psychoactive Plants & Compounds.

    Aviso: La información contenida en la sección Perspectivas representa la opinión del autor, y no refleja necesariamente el punto de vista de ICEERS.

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