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    Perspectivas – Navegando por la complejidad del mundo etnobotánico a través de puntos de vista personales.

    La terapeuta de integración psicodélica Kerry Moran describe cómo ciertas personas se sienten en ocasiones más ansiosas y desorientadas tras asistir a una ceremonia de ayahuasca.

    Ryan era meditador y tenía experiencia con la ayahuasca, de modo que le sorprendió (aunque no en el buen sentido) que una perturbadora ceremonia de ayahuasca le revelara que el mundo era hueco y grotescamente sin sentido. Después, se sintió disociado y entumecido. Tardó casi un año en recuperarse, y todavía se preguntaba qué había pasado cuando nos encontramos varios años después. Desde entonces, desconfiaba de la ayahuasca.

    La ayahuasca puede ser poderosamente terapéutica. Cada vez más investigaciones científicas demuestran que la ayahuasca puede ayudar a las personas a superar la depresión severa, la adicción, el dolor, el duelo, y otros problemas. La investigación es paralela a la proliferación de historias en Internet de personas que obtienen diferentes tipos de curación gracias a su trabajo con la bebida. He conocido a muchos individuos que están profundamente agradecidos por cómo la ayahuasca les ha ayudado a cambiar. Algunos incluso afirman, sinceramente, que les ha salvado la vida.

    Pero hay un tema espinoso en el núcleo del proceso con ayahuasca del que la gente suele evitar hablar. Algunas personas no se sienten mejor, sino peor, después de beber la mezcla. ¿Qué debemos hacer con este hecho? En primer lugar, consideremos algunos ejemplos más.

    Sentirse peor tras una ceremonia de ayahuasca

    Anna llamó a mi puerta la mañana siguiente a una ceremonia de ayahuasca, todavía aterrorizada. La experiencia había sido abrumadora, provocando la sensación de que «la ayahuasca me odia». Podía conectar esto con los sentimientos que experimentaba cuando era niña y tenía miedo de su madre, pero no disponía de los recursos suficientes para asimilar esta percepción.

    Francesca participó en 16 ceremonias a lo largo de 21 días; no era el primer retiro al que asistía en Iquitos, Perú. En la última ceremonia, se encontró perdida en un vórtice de figuras parecidas a zombis. Parecía durar horas, y cuando la vi una semana después, tenía una ansiedad casi constante intercalada con ataques de pánico, y apenas había dormido desde entonces.

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    Los sentimientos de fragmentación que pueden ocurrir en una experiencia con ayahuasca pueden ser desorientadores y caóticos, pero también pueden darnos la oportunidad de reconfigurarnos hacia una mayor estabilidad.

    Podría ofrecer muchas historias de experiencias maravillosamente transformadoras que la gente tiene bebiendo ayahuasca. Pero aquí estoy reconociendo una verdad que encuentro con frecuencia como terapeuta de integración, así como en mi propio trabajo personal: a veces la experiencia de la ayahuasca parece ser traumatizante por sí misma.

     

    ¿Qué es el trauma?

    El trauma puede ocurrir con cualquier circunstancia abrumadora: una característica básica de una experiencia traumática es cualquier cosa que sea «demasiado intensa, demasiado rápida, demasiado precipitada» para que un sistema nervioso humano particular pueda manejarla. Un factor determinante para que una experiencia genere un trauma duradero es el grado de recursos innatos de una persona, y esto tiene mucho que ver con el grado de seguridad en el vínculo y el apoyo que recibió durante la infancia. Las personas que carecieron de apego seguro son más propensas a desarrollar un trastorno de estrés postraumático (TEPT) en circunstancias que podrían perturbar a una persona con apego seguro, pero no crear un trastorno crónico.

    Así que traigamos la ayahuasca, que genera experiencias extremadamente fuertes, y a veces fragmentarias. Y no nos vayamos por las ramas: tomar ayahuasca puede resultar increíblemente aterrador. Después de un centenar de ceremonias, todavía siento aprensión cada vez que bebo, y todavía puedo caer en el miedo cuando el nivel de intensidad aumenta. He tenido mis propias experiencias con algo que de manera casi irónica llamo trastorno de estrés post-ceremonia o TEPC.

    También he sido testigo de algunas de las reacciones extremas que pueden manifestarse en los retiros de ayahuasca en Perú cuando un «pasajero» (visitante internacional) tiene una experiencia aterradora en la ceremonia, y las energías caóticas y desorganizadas dentro de su sistema nervioso emergen en su plenitud. Me parece que la gente tiende a responder a estas experiencias abrumadoras con cualquier método de control por defecto. Pueden huir, es decir, abandonar la ceremonia (lo cual no constituye una buena idea), o marcharse en mitad del retiro. O pueden luchar, algo que puede manifestarse como un ataque de rabia total (hay que compadecer al facilitador, que se lleva la peor parte) o, de una forma más suave, como un monólogo de culpa: «Estas ceremonias no se hacen bien; este chamán no es bueno; este centro no es seguro; el tipo que se sienta a mi lado es un imbécil».

    Algunas mentalidades derivan en obsesión, en pensamientos de pánico que giran en círculos y no van a ninguna parte. Otras personas se disocian y se retraen, quedándose mudas e insensibles. A veces, la gente simplemente se desploma, perdiendo el conocimiento, con suerte sobre un colchón, pero no siempre ocurre así.

    Estas experiencias no suponen el punto final del trabajo con la ayahuasca; a menudo son altos especialmente intensos en el camino hacia una curación más completa. Aun así, son muy incómodas y no resultan infrecuentes. Podemos considerarlas como una mala ceremonia, pero me pregunto si hay algo más.

    «No existe esa cosa del mal viaje»

    El doctor Gabor Maté dijo algunas cosas intrigantes en una conferencia durante la Psychedelic Science 2017 sobre la ayahuasca. «No existe tal cosa como un mal viaje con ayahuasca», afirmó Maté. «La gente dice: «he sentido miedo, terror, rabia, confusión como nunca antes había sentido». «Sí, antes lo has sentido», les digo. «Sólo que no lo recuerdas»».

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    La ayahuasca nos da mucho que procesar, y no siempre de forma agradable y nutritiva.

    Maté sugirió que lo que llamamos «mal viaje» podría ser una reactivación de traumas de la primera infancia —experiencias abrumadoras, infantiles e incluso prenatales, que no se codifican en los centros cerebrales de la memoria cognitiva (éstos no se desarrollan plenamente hasta los 18-24 meses de edad), sino directamente en el cuerpo—.

    Cuando estos sentimientos surgen en una sesión de ayahuasca, pueden manifestarse como sensaciones y emociones abrumadoras que parecen no tener relación con ninguna circunstancia conocida. Al surgir de forma inconexa e incoherente, no van acompañadas de ningún sentido. La naturaleza caótica de ciertas experiencias difíciles con la ayahuasca —sensaciones desbordantes, oleadas incomprensibles de emociones poderosas como el terror, la pena o la desesperación— son, de hecho, paralelas a los sentimientos abrumadores que un niño pequeño puede experimentar en un trauma.

    Para entender realmente cómo puede ocurrir esto, ayuda que profundicemos un poco más en la neurología infantil. Un bebé o un niño pequeño a menudo puede soportar una experiencia abrumadora si existe algún tipo de entorno de contención: la presencia sostenida de un adulto afectuoso y en sintonía que pueda empatizar con la experiencia del niño y servir como un sistema nervioso mayor para que las energías pasen. Gracias a la sintonía con este tipo de presencia, los niños aprenden que pueden soportar emociones difíciles y que éstas acabarán pasando. Éste es el modo de practicar la resiliencia: saber que se puede atravesar la angustia y finalmente estar bien.

    Muchos niños no tienen este entorno de contención seguro o sólo reciben una versión parcial del mismo. En estos casos, el niño recurre a mecanismos de supervivencia más primarios, a menudo una especie de desconexión o disociación que oculta la experiencia abrumadora en el cuerpo y el cerebro, de modo que está presente, pero inconsciente. Se reprime porque es literalmente insoportable. El sistema nervioso del niño simplemente no está lo suficientemente desarrollado como para sobrevivir a la experiencia en plena conciencia.

    Esta división entre el yo y la experiencia abrumadora forma el andamiaje para la huella del trauma, la separación del Yo/Otro/Dios/Naturaleza con la que tantos de nosotros luchamos, a menudo sin saber siquiera que esto es el efecto del trauma, y sintiendo una inmensa vergüenza por nuestras carencias. La desconexión es la esencia del trauma. La ayahuasca, como agente intrínsecamente conectivo, tiene el potencial de curar (escribo más sobre esto aquí).

    A veces el camino de la curación significa experimentar las emociones y sensaciones enterradas que habríamos sentido en esas experiencias insoportables, si hubiéramos sido capaces de encontrarnos con ellas plenamente. La ayahuasca parece ser una consumada experta en evocar estos sentimientos. En mi trabajo personal, ahora veo cómo ciertas sesiones caóticas de ayahuasca que originalmente atribuí a una dosis demasiado fuerte del brebaje podrían ser la liberación/procesamiento de experiencias traumáticas abrumadoras que soporté cuando era joven. Es un viaje sombrío a través de la fragmentación completa de tu psique, esta vez en plena conciencia adulta.

    Por qué el apoyo con la integración resulta crucial

    La ayahuasca es magnífica para abrir los traumas del pasado, pero no siempre los resuelve en el espacio de una sola noche, o incluso en un solo retiro. Aquí es donde entra en juego la necesidad de un apoyo de integración específico para el trauma. Como terapeuta de integración, considero que dicho apoyo resulta crucial para ayudar a calmar el cuerpo y estabilizar el sistema nervioso, abriendo el sistema para que uno pueda realizar la integración.

    Un apoyo real, capacitado y humano permite abrirse camino a través de un terreno difícil con un mínimo de gracia y facilidad. Sin él, las dificultades pueden prolongarse mucho más allá de la ceremonia. Viejos problemas que creías haber superado pueden volver a surgir, provocando depresión, ansiedad, miedo, insomnio… Puede ser un viaje duro.

    Yo he tenido algunas experiencias infernales después de la ceremonia que tardaron semanas en resolverse. A pesar de toda mi formación y concienciación (¡soy terapeuta de traumas!), no podía proporcionarme apoyo a mí misma. Necesitaba un contacto humano cualificado de un sistema nervioso diferente al mío, y no estaba disponible. Este bautismo de fuego me ayudó a comprender de primera mano la inestabilidad cruda y aterradora de los estados traumáticos abiertos por la ayahuasca y lo que se necesita para salir de ellos.

    A menudo veo cómo, después de la ceremonia, la gente suele volver directamente a su entorno «normal», con apoyo insuficiente, esperando funcionar a toda máquina de manera inmediata, cuando la realidad es que acaban de someterse a una importante cirugía psíquica y necesitan un tiempo de integración tranquilo y apoyo para obtener el máximo beneficio del trabajo que acaban de realizar.

    Por eso siempre le digo a la gente: tómate el día después de una ceremonia completamente libre. No planifiques un viaje para inmediatamente después de un retiro. Reúne tus recursos de antemano. Y busca apoyo para la integración cuando sea necesario. Por supuesto, sobrevivirás por tu cuenta y saldrás adelante, pero la tranquilidad y confianza que puede aportar un buen apoyo van más allá de la simple comodidad. De hecho, puede ayudar a que el sistema nervioso traumatizado deje de estar orientado a la supervivencia, a los reflejos de lucha, huida y parálisis, y pase a un estado más abierto y relajado de compromiso social. Cada vez que experimentamos este tipo de cambio, contribuye a una mejora más permanente y estable de todo el sistema.

    Lo que funciona

    Al trabajar con personas que buscan lidiar con las secuelas del TEPC, he descubierto que incluso una sola sesión puede albergar gran valor. Si la experiencia tuvo lugar recientemente, podemos utilizar técnicas de Experiencia Somática para calmar y estabilizar el sistema nervioso. Este tipo de trabajo también abre las vías para la integración: simplemente no puedes efectuar la integración cuando tu sistema se encuentra paralizado por el pánico.

    Si alguien trae una experiencia de ayahuasca más antigua, menos reciente pero todavía dolorosa, podríamos explorar el significado de lo que posiblemente sucedió durante esa noche. «El significado hace que todas las cosas sean soportables», afirmaba Carl Jung, y esto ciertamente se aplica al trabajo con la medicina vegetal. A veces esto implica volver a comprobar las intenciones originales, que pueden cumplirse de forma paradójica, si no literal. Puede ser reconfortante darse cuenta de que realmente se obtuvo lo que se pidió, incluso si no era lo que se esperaba.

    Conozco a una mujer que soportó una ceremonia horrible en la que durante unas doce horas sintió que la destrozaban por completo. Luego volvió a casa y su vida cambió espontáneamente y por completo, para mejor. «¿Por qué la ayahuasca me hizo eso?», se preguntaba varios años después. Nos costó trabajo conectar los puntos, abrirnos a la posibilidad de que tal vez el cambio milagroso en su vida tuviera algo que ver con la ceremonia intensamente difícil que experimentó. O tal vez no; nunca lo sabemos realmente; simplemente creamos las historias que nos sirven, como es nuestra prerrogativa como criaturas creadoras de significado.

    Formas de trabajar con el TEPC

    Así que, volviendo al principio de esta historia, con Ryan (y, por cierto, todos estos nombres están cambiados), le mencioné el devastador bucle de falta de sentido en el que caen algunas personas cuando fuman el poderoso psicodélico DMT. Fue extrañamente reconfortante para él entender que su experiencia podría no constituir un fenómeno totalmente personal. Oír que esto puede ocurrir con la DMT disminuyó su miedo a volverse loco.

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    Es vital reservar un tiempo de descanso tranquilo después de una ceremonia o retiro de ayahuasca para poder comenzar adecuadamente el trabajo de integración.

     

    Anna simplemente necesitaba descansar, comer y dormir antes de volver a participar en otra sesión. Para entonces, se encontraba en mejores condiciones de analizar la relación con su madre, y cómo la ayahuasca, la mayor madre de todas, podría haber desencadenado el trauma infantil que experimentó al ser aterrorizada por la persona que se suponía que debía protegerla.

    Y con Francesca, algunas prácticas extraídas de la Experiencia Somática la ayudaron a dormir esa noche, por primera vez en una semana. A los pocos días ya estaba en el camino de la integración.

    El hecho es que beber ayahuasca puede ser traumatizante para un individuo en concreto, incluso si llega bien preparado —aunque la mayoría de las veces, las dificultades ocurren con alguien que no está preparado, que hace mal uso de las drogas o que tiene una historia personal o familiar de enfermedad mental—. La investigadora Jessica Nielson dice que las personas con un diagnóstico pasado o actual de TEPT son más propensas a decir que la ayahuasca constituye una experiencia traumática en sí misma.

    Esto no significa que no lo hagas. Significa que debes estar preparado para la posibilidad. Especialmente si tienes un historial de TEPT, procúrate un apoyo especializado, y acude a él tras la experiencia si es necesario para mejorar. Creo que la ayahuasca tiene un enorme potencial para curar el TEPT, pero no es una simple cuestión de beberla y esperar a curarse. La integración activa es parte del trabajo, también —y puede ayudar inmensamente si el trabajo de integración resulta específico para el trauma—.

    Artículo original de Kerry Moran en Kahpi. Puedes seguir a Kerry en su blog Ayahuasca Wisdom.

     

    Enlace al artículo original

    Kerry Moran

    Kerry Moran

    Kerry Moran is a presence-centered psychotherapist with a Buddhist perspective. She worked with The Temple of the Way of Light to develop a follow-up integration support program, and has extensive experience with plant medicines. A long-time expat resident of Kathmandu, Nepal, she is also the author of six books, including the prize-winning Nepal Handbook and Kailas: On Pilgrimage to the Sacred Mountain of Tibet.

    Aviso: La información contenida en la sección Perspectivas representa la opinión del autor, y no refleja necesariamente el punto de vista de ICEERS.

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