En 2019, el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya publicó la guía Hacia mejores prácticas en el uso de la ayahuasca. Una guía para quien organiza y participa, un documento innovador en el ámbito mundial, al ser la primera vez que una institución pública editaba una guía de reducción de riesgos en las ceremonias de ayahuasca.
La guía fue publicada inicialmente en tres idiomas —catalán, castellano e inglés— pero desde entonces tomó vida propia y las traducciones se han ido multiplicando, hasta superar la docena y convertirse no sólo en la primera guía de ceremonias de ayahuasca fuera del contexto amazónico, también en la más traducida. Ésta es la intrahistoria de cómo se gestó la guía, contada por sus propios protagonistas.
Los orígenes
Aunque el trabajo de ICEERS con la ayahuasca viene desde su fundación, fue otra planta, la iboga, la que llevó a Ben De Loenen a Barcelona seis años después de haber dirigido un documental [Ibogaine, rite de passage] sobre esta planta. «En 2010 organizamos una jornada sobre la ibogaína, con el apoyo de Joan Colom, responsable de Salud de la Generalitat». Era la primera vez que una institución gubernamental en Europa organizaba una jornada sobre esta planta africana. «Ahí empezó a gestarse una colaboración que continúa hasta hoy», continúa Òscar Parés, subdirector de ICEERS y uno de sus miembros fundadores.
En aquel momento se plantó la semilla que fructificaría varios años después, tras el segundo Congreso Mundial de Ayahuasca, que ICEERS organizó en Rio Branco (Brasil). «Al volver de Brasil fuimos a ver a Colom para proponer un informe sobre mejores prácticas, para ahondar en una colaboración que venía de atrás, como parte de la reducción de riesgos en el uso ceremonial de la ayahuasca», detalla Parés.
La comunidad de la ayahuasca
Para elaborar la guía, el equipo de ICEERS recurrió a los mejores conocedores del tema: los propios guías y facilitadores de ayahuasca. ICEERS hizo las veces de puente entre los organismos públicos y las distintas líneas de trabajo con la ayahuasca.
En el caso de la ayahuasca, ha habido una gran dificultad para que circulen las «buenas prácticas». «Si uno imagina otras prácticas nuevas que se desarrollan en nuestras sociedades, por ejemplo, la moda de hacer dibujos en la espuma del café», dice Jerónimo Mazarrasa, uno de los autores de la guía, «todos hemos visto cómo, en los últimos años, el nivel ha mejorado mucho. La gente iba descubriendo nuevas técnicas, que se iban esparciendo según iban aprendiendo unos de otros. Esta forma de mejora de cualquier práctica en comunidad es un proceso que ocurre de forma orgánica en nuestras sociedades, el conocimiento útil se expande… excepto con prácticas como la ayahuasca, que pueden estar soterradas, o en una zona gris de la ley, ahí el conocimiento no fluye igual. Esto lleva a un cierto aislamiento de los participantes y a que la información se mantenga en islas, o silos».
Gran parte del trabajo que ICEERS hace con la comunidad alrededor de la ayahuasca es de polinizador de información. «Fomentamos conversaciones sobre seguridad y ética entre multitud de actores dentro de la comunidad. Recogemos las mejores soluciones que escuchamos en cada lugar, y las llevamos a los siguientes lugares, expandiendo el conocimiento. El objetivo es mejorar la seguridad y calidad del trabajo de toda la comunidad. Una gran parte de los contenidos de la guía se originan en estos procesos de polinización. Fue simplemente cuestión de recopilar lo que habíamos aprendido y ordenarlo en un documento».
¿Quién necesita una guía como ésta?
«Ésa fue la primera pregunta», explica Jerónimo Mazarrasa. «Es obvio que una ONG de Barcelona no tenía nada que decir a los pueblos originarios o a las otras tradiciones amazónicas sobre mejores formas de usar sus bienes culturales. Sería un acto de una enorme soberbia cultural, si no algo peor. Al contrario, la guía va dirigida a los demás, a la gente de fuera de la Amazonía, que tiene una relación con la ayahuasca muy reciente, de apenas años o décadas. Este grupo se divide en dos: por un lado los participantes, la gente que va a tomar ayahuasca, es el grupo más numeroso. Por otro lado está un grupo mucho menor, pero mucho más influyente: el de las personas que sirven u ofrecen ayahuasca a otros, que hemos llamado “guías”. Cada grupo tiene necesidades distintas que tuvimos que abordar en el documento».
HACIA mejores prácticas
La elaboración de la guía se topó con otros dilemas. Uno tuvo que ver con su nombre: «No queríamos llamarlo Guía de buenas prácticas —que es el estándar en los documentos de reducción de riesgos de este tipo— porque entonces parecería que con aplicar la guía uno ya estaría haciendo el mejor trabajo posible. Esto no es cierto: el trabajo con ayahuasca tiene una gran complejidad, y lleva años de formación, años que no caben en ninguna guía, por eso en nuestro trabajo con la comunidad hemos pasado de pensar en “las mejores prácticas”, a pensar en “estándares mínimos de seguridad”. Es decir, en vez del “techo” más alto del trabajo, intentábamos ayudar a definir un “suelo”, los mínimos en los que todos pueden estar de acuerdo. Por eso el documento se llama Hacia mejores prácticas, es una dirección hacia la que orientarse, no un destino al que se pueda llegar, mucho menos con una guía de este tipo», explica Mazarrasa.
El primer borrador de la guía se elabora a partir de textos de Marc Aixalà, psicólogo y coordinador del Centro de Apoyo de ICEERS, que en los últimos años ha atendido a más de mil personas en procesos de integración o en situaciones adversas. «Marc tuvo un papel muy importante», según recuerda David Londoño, otro de sus redactores. «Ya había hecho con ICEERS un trabajo previo en esta dirección, inspirado por otros códigos éticos como el de la Plantaforma para la Defensa de la Ayahuasca en 2009. En el año 2014, durante la primera Conferencia Mundial de la Ayahuasca, se había redactado un borrador de juramento hipocrático, el juramento que hacen todos los médicos, adaptado al trabajo con la ayahuasca. Este trabajo a su vez dio forma a los criterios de apoyo del Ayahuasca Defense Fund».
«Continuamos el trabajo basándonos en una de las bases del juramento hipocrático, el principio de “ante todo no dañar”. Para poder aplicar ese principio ético hay que entender cómo puede dañar la ayahuasca. Porque es cierto que, si bien su margen de seguridad física es alto, hay gente que puede salir perjudicada tras una ceremonia».
Reducción de riesgos
Según Mazarrasa, para que una persona pueda tomar una decisión informada a la hora de participar en una ceremonia de ayahuasca necesita «entender los efectos de la ayahuasca, tanto los potenciales beneficios que puede traer, como sus potenciales riesgos y contraindicaciones. Una vez entendido esto, necesita pautas para poder elegir dónde y con quién tomarla, discernir entre centros o guías, y evitar los más problemáticos. Todo eso está en la guía».
La guía incluye también otros riesgos más sutiles, que pueden llegar días o semanas después de la experiencia. Uno de ellos tiene que ver con interpretar de forma literal todo lo que emerge durante la sesión, explica Londoño: «En ocasiones, la gente tiene tomas de conciencia durante la sesión, de las que luego hace una interpretación literal: “La ayahuasca me dijo que tengo que dejar este trabajo”, o “que tengo que separarme de mi pareja”, o “que tengo que convertirme en chamán”. Eso viene del encuentro entre la subjetividad de la persona y la experiencia con la planta. Hay un peligro de tomar lo que puede ser simbólico de forma literal, llevando a la gente a tomar decisiones precipitadas por entender al pie de la letra lo que le “dijo” la ayahuasca. La ayahuasca no te dijo que dejes tu trabajo, ¡la ayahuasca te mostró que tu trabajo no te gusta nada!».
Otro riesgo más sutil tiene que ver con lo que José Carlos Bouso denomina «el choque ontológico». ¿Qué ocurre cuando una persona de cultura occidental participa en una ceremonia de ayahuasca con una persona de la tradición amazónica que tiene una visión del mundo muy distinta?
Una cuestión energética
La transposición de la cosmovisión indígena amazónica al lenguaje occidental fue otro de los temas que resultó desafiante. David Londoño, quien vivió en la Amazonía peruana y ha estudiado durante muchos años la medicina tradicional, sostiene que la visión de la ayahuasca como una «medicina segura» no es compartida en sus lugares de origen: «En muchas partes del mundo indígena, la ayahuasca no es considerada como segura sino al contrario, como muy “delicada”. En nuestro mundo, pensamos en términos de su seguridad, nadie se muere, nadie se desestructura (o al menos, no demasiado), pero ellos tienen una larga relación con la planta y en el mundo indígena nunca recibí el mensaje de que era una planta segura, todo lo contrario, había que estudiar profundamente y durante muchos años antes de dársela a otros».
Para los indígenas, los riesgos de la ayahuasca se dan sobre todo en el plano energético, una dimensión desconocida, cuando no negada, por la cosmovisión cientifista occidental. «Para nosotros supuso un reto introducir este tema sin generar resistencias innecesarias: lo que para unos es la realidad misma para otros puede ser menospreciado como superstición o reducido a folklor». El peligro, otra vez, era caer en una especie de soberbia cultural. La redacción final del documento trata de resolver este conflicto de forma ecuánime con ambas visiones.
Un dilema embarazoso
La práctica de la ayahuasca en Occidente ha experimentado importantes adaptaciones respecto a su lugar de origen. Por ejemplo, entre algunos grupos indígenas y en las religiones ayahuasqueras brasileñas, bajo ciertas circunstancias, las mujeres embarazadas y lactantes toman ayahuasca, hasta donde se sabe, sin problemas para la madre o el hijo. Sin embargo, la guía de la Generalitat está dirigida a un público fuera de estas tradiciones. «Algunos antropólogos que revisaron el texto se quejaron de que dijéramos que no se recomendaba la ayahuasca a embarazadas o lactantes cuando la realidad amazónica indicaba otra cosa. Pero para nosotros era como hacer una guía de España para extranjeros y decir era posible acercarse mucho a los toros de lidia o las vaquillas, o incluso tocarlos, ya que España había gente, algunos menores de edad, que así lo hacía. Es totalmente cierto, pero hay que tener en cuenta un contexto, un aprendizaje y una larga tradición, que no están presentes para los extranjeros», explica Jerónimo Mazarrasa.
Si bien en un primer borrador se incluyó una nota a pie de página que aclaraba que en las tradiciones amazónicas algunas mujeres tomaban ayahuasca también durante el embarazo, esta nota fue eliminada de la redacción final. «Una persona que consulte una guía sobre mínimos de seguridad para ceremonias de ayahuasca seguramente no es parte de las culturas originarias o un daimista [miembro del culto del Santo Daime], de modo que impera el principio de prudencia y la prudencia nos dice que, fuera de la experiencia de las tradiciones amazónicas, es mejor no recomendar que las embarazadas y lactantes tomen ayahuasca», concluye Mazarrasa.
La redacción final
La guía se elaboró, por tanto, uniendo el conocimiento sobre la ayahuasca acumulado por decenas de facilitadores, la experiencia del Centro de Apoyo y el trabajo de otras guías éticas. ICEERS recibió el encargo final de la Generalitat de Catalunya, quien publicó y difundió la guía, dentro de su sección Drogues, donde se habían publicado previamente guías análogas sobre reducción de riesgos para otras sustancias.
«Hicimos una primera versión, a partir de la cual tuvimos que pulir algunos aspectos para evitar el lenguaje estigmatizante o los tintes ideológicos», recuerda Òscar Parés. También se puso especial cuidado en la redacción, para mitigar «que nadie pudiera pensar que estamos jaleando el consumo de ayahuasca. Se trata de un paso más allá de la reducción de riesgos».
El punto… ¿final?
Como comentábamos al principio de este artículo, el título de la guía es intencionadamente abierto. Consideramos que las «mejores prácticas» son una dirección hacia la que se camina, no un destino al que se llega. Si bien nos dirigimos hacia él, siempre se podrán introducir mejoras. Partiendo de esta premisa, la propia guía introduce un mecanismo de autocorrección y mejora. Si tienes alguna corrección o sugerencia sobre la guía, puedes escribir a aya@iceers.org.
La elaboración y traducción de la guía a doce idiomas no habría sido posible sin la entusiasta y desinteresada colaboración de decenas de voluntarios. Nuestro más sincero agradecimiento a todos ellos.
Aquí puedes descargar la guía:
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